Este sitio es puro cuento
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"Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”
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5 de Diciembre del 71
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Por: Nicolai Andretti
Apenas se rasgaban los primeros resplandores, atrás en las distantes cumbres andinas;
La manigua perezosa resumaba de esa humedad pegajosa y con dulce olor a monte.
La columna andaba lenta y silenciosa por la trocha que nos habría de llevar al objetivo propuesto y al pasar cerca de del caserío de aguas blancas, el sigilo fue aún mayor.
Ese silencioso andar cortaba la negrura de la noche y el aliento.
Catorce compañeros de causa hablándose con la mirada y pisando los pasos del líder y pensando calladamente en salir avantes del encarguito del patrón del frente.
Catorce hermanos de causa, con sus fusiles montados y prestos a devolver cualquier ataque de los chicos malos, de los otros hermanos que obligados nos enfrentaban, nos asediaban y perseguían día tras día, noche tras noche;
Parecía un juego de niños; las escondidas, parecía al ya olvidado la lleva, solo que el presente se conjugaba: la muerte.
Y solo por razones de bando, solo por las ideas que manaban del alma, solo por querer un mundo diferente como si acaso solo hubiera lugar para uno que nunca es el mejor ni el más sano; la muerte si no aciertas a ser como yo.
La muerte si sos diferente. La libertad apenas si respiraba y su sudor pegado a la espalda cada día estaba más lejos del hogar de la justicia; que dura era la vida así.
Lo llaman sexto sentido, pero todos en la columna sabemos de que se trata; esa percepción que quebranta viseras y carcome almas, esa sensación de que estamos en algo grande y que la historia nos recordara por siempre helaba la sangre, nadie daba un peso por nuestra causa más sin embargo nuestros pasos nos aproximaban al desenlace total.
Ya nada a partir de ese día seria igual que antes.
El deber y el honor estaban en juego, sin importar como quedara el asunto y a cada paso lo inexorable corría a nuestro encuentro.
El día comenzó pesado y lento, el alba presagiaba miles de cosas ya estaba bueno de monte y si todo salía como era de esperar unos días en la city no vendrían nada de mal; cines cervezas bien frías, alguna chica linda, risas.
Es mucho lo que se olvida aquí en el monte, es mucho lo que esta en juego.
Son muchas las horas que mueren en silencio, que se olvidan escondidas tras las malezas, sueños apretados contra un fisil y poco caricias y menos cabellos sedosos y nada de amor... solo odio.
Muy poco había que ver las frondas golpeando la cara, brazos; los mordiscos de los insectos no queriendo aguardar a nuestra quietud... un destello, solo un destello y el mundo se vino abajo.
Carlos lanzo un bramido y cayo a plomo sobre mi desdibujada silueta negra apenas agachada sobre si misma, por puro reflejo.
-Carlos que pasa- dije casi sin procurar sonido pero Carlos ya no escucharía jamás. Carlos estaba muerto sobre mí.
La luz del día naciente se tornó purpura y no sé cómo ya no escuchaba nada solo alcanzaba a percibir como todos mis compañeros iban cayendo víctimas de las balas oficiales.
Mi gente tan perdida como yo, tan ensangrentada y dolida como yo.
Quizá eso era lo que estuve buscando siempre, la muerte y ahora que la tenía me entro mucho miedo; lo que quedaba de mi compañero Carlos aun yacía sobre mí y no entendí porque no era capaz de quitármelo de encima.
Aun suponía así fuera yo solo quien diera a esos putos soldados su merecido y mandarlos al carajo a punta de bala y machete y sino fuera poco con mis propias manos haría justicia de tanta sucia predación.
El silencio y el olvido; el de mi mismo, ese dejar de ser ese fluir hasta el mismo fondo de uno mismo en esa frontera donde vas perdiendo tu identidad, donde ya no sos vos mismo y te vas diluyendo en un silencio oscuro, cada momento más lejos y más profundo mas solo mas quieto, ya ni esos ritmos sempiternos en tus sienes ni ese molesto respirar, ya ni frio ni calor que te envuelve. Casi la sensación perfecta, lejos de todo problema, lejos muy lejos para importarte un bledo la existencia misma, muy lejos
Pero Carlos aun estaba sobre mi y la tanta sangre manada; ya comenzaba a heder y los insectos se hacían sentir por todas las partes de mi anatomía, pero no conseguía ni mover un dedo así no mas fuera para rascar esa horrible picazón.
Por momentos alcanzaba a percibir entre la niebla que me impedía, movimientos o mejor sombras en mi periferia y al poco rato las más perversas risotadas acompañaron unas series de detonaciones las que supuse eras los condescendientes tiros de gracia.
Nos estaban asesinando a los aun vivos y a los recién muertos también.
El miedo resurgió desde el fondo del pozo en que me había abismado y una necesidad urgente de volver a vivir; aunque solo fuera para que me mataran bien o mal muerto, pero definita e inexorablemente pero consciente.
Sabía que no podía cruzarme de brazos y esperar mi propio homicidio y por lo tanto hice mi mejor esfuerzo para parecer bien muerto en esa zanja debajo del pobre Carlos, ahogado en todos los excrementos que la muerte convida, ahogado en sangre ajena y ni supe en ese momento si propia también, entre el barro fétido y los despojos que nos pertenecieran.
Quieto e invisible para que no me tuvieran en cuenta. No queria morir, despues de haber muerto ya. Por eso sobrevivi e....
Creo que hasta trosky también habría sido víctima de la soldadesca, pero se salvo de pura hambre; la de todita la columna y el pobre can sirvió de almuerzo dos días atrás muy bien asado en una playa del rio Suarez.
En ese momento bien sirvió para la vida pero en esta madrugada infernal su ausencia sirvió para la muerte, pensaba y es que con trosky otro hubiera sido el precio que estábamos pagando; el no hubiera permitido que toda esta joda nos cogiera dormidos, su lealtad era a prueba de sueño, de hambre, de políticas y menos aun de intereses oscuros.
Pobre Trosky, ya nos encontraremos en el infierno lo que sea.
Ante la imposibilidad de mover ni un solo dedo, y menos aun de abrir un ojo así fuera para guindar tan solo por el rabito del ojo; so pena de ser instantáneamente fusilado a pesar de ya estar muerto, me obligue a pensar solo en cosas agradables en recordar a todas esas chicas que en su momento me ofrecieron tanto de sí, que el monumento más grande del mundo fuera poco para comparar con el aliento que me prodigaron, tanto que a la final por pura abundancia lo desprecie y lo menosprecie de la manera más abominable y sucia que pudiera ser.
Justo yo, que proclamaba justicia era un vil predador, yo que proclamaba respeto no pase por menos que el más ruin de los tipos del mundo.
Y no es que me estuviera arrepintiendo de toditos mis pecados, pero los podía ver con tanta claridad que tremenda vergüenza sentía.
Y es que ese derroche siempre ocurrió por donde pasara; no dejaba intacto ni el nido de la perra...
Esto terminaba nublando todas las situaciones que de otra forma hubieren sido verdaderamente hermosas.
Recordaba los buenos tiempos de la U. lo consagrado que estaba para el estudio, siempre soñé ser el mejor arquitecto del país y poner mi firma en los grandes proyectos, en las más espectaculares construcciones del continente y sé que eso habría sucedido de no ser por haberle parado bolas a tanta carreta politiquera y tanta subversión patriótica,
Y me vine pal monte a comer mierda y a ser pasto para las nubes de mosquitos; yo pensaba que en esto de revoluciones la cuestión estaba donde está el mismo enemigo, por decirlo así; porque enemigos en política no existen, lo que son es contrincantes, adversarios pero al fin de cuentas todos somos la misma patria.
Decía que la revolución a de ser en la capital y no perdidos en las montañas o las selvas; en el capitolio y en las plazas públicas y en ultimas en las calles dando bala de ser necesario, como ocurrió el 9 de Abril del mismo año en que vine al mundo.
Pero claro, quien podría haberse negado al escuchar al padre Camilo. ¿Quien? pues yo sé; nadie, incluso mi mismo padre estaba cayendo subyugado por la proclama social del Padre Camilo Torres.
Y es que El solamente decía lo que hay que decir, se ahorraba toda la cháchara inútil y fastidiosa, iba directo al grano; y llamaba a las cosas por su nombre.
Así era él y por eso lo escuchaba; en el fondo la única cosa que nos diferenciaba era que el, era cura y yo simplemente un estudiante de arquitectura de una universidad pública.
En el fondo éramos iguales, en el sentir patrio en la vergüenza social y en especial en lo humano de nuestras almas.
Rajo y también lo mataron como a mí. DOS enamorados de la vida asesinados por las mismas balas emboscadas.
El sol estaba ya muy alto y todos estábamos muertos, o eso pensaron los soldados que huyendo de los calcinantes rayos solares buscaron refugio entre la arboleda; esto me dio la oportunidad de estudiar la situación con mas calma, si es que se podía decir así, habida cuenta que sobre mi yacía el pobre Carlos con su cabeza explotada. - los helicópteros serian la peor señal para mi; significaban que los refuerzos ya estaban en el lugar complicando mi triste situación. -la malaria no pudo conmigo ni las balas oficiales y mientras dejaba pasar el día tirado en aquella apestosa zanja dejaba mi mente volar en busca de alguna explicación...
Si superaba esta dura prueba, era que este dia habia vuelto a nacer.
SEGUNDA
No alcanzo a escucharlos; los temidos helis, tardarían en llegar: Miguel estaba de cumpleaños y por joderlo lo embarcaron en la patrulla, de regalo tuvo que sufrir la espera; dos días en estado de alerta en torno a los campos deportivos del batallón; la espera de entrar en combate es quizá, la peor de todas las esperas, es sabido que una vez en el aire ya no hay marcha atrás y la posibilidad de perder la vida es casi mayor que la de regresar sano y salvo.
Todos esperan el aterrizaje de los helicópteros y todos esperan que nunca lleguen; pero como por arte de magia se acerco un teniente con la radio en la oreja y grito eso que no se quería oír; Preparados para abordar, cuadros al frente.
Ese era el momento para impartir ordenes, pues nadie quería que se supiera del operativo; el secreto lo permitía todo.
Soldado Miguel Vazques espero que que no se pierda el japiverdi cuando regresen; y Migue apenas trago grueso. Estaba paralizado de pavor y no sabia si era peor que le mataran o el tener que asesinar a otros colombianos, contra los cuales no tenia nada, es mas ni conocía,ni le habían hecho nada para tener que encenderlos a bala.
Migue, había pasado toda su vida entre el estudio y la frivolidad de sus amigos y sus novias; porque hay que decirlo él era muy bien parecido y a causa de esto todas las puertas que alguna vez toco, siempre le fueron abiertas; esto aparentemente tan bueno no lo fue tanto, porque al igual que iba haciendo amistades por donde pasara también tropezó con enamorados que le hostigaban peligrosamente; y hay que decirlo Migue era el tipo más buena persona que se pudiera encontrar y alguien que nunca supo lo que era el odio ni el rencor.
El trayecto por aire no tardo mas de un par de horas y el paisaje evidenciaba lo tórrido del clima que tendrían que enfrentar; estos pequeños detalles sacaban del estupor a los soldados y Migue Incluso comento con sus compañeros de confianza que en realidad que a menos su propia vida estuviera en peligro no le dispararía a ningún guerrillo, es mas; si tuviera la oportunidad les ayudaría a escapar. En años no muy lejanos hiso muchos amigos entre los estudiantes de la nacional; el no estaba estudiando, pero asistía de sapo... y compartía días enteros con sus noches de la amistad y la cátedra. Y pensaba que mas de uno de aquellos muchachos tan agradables podrían estar en las filas dela guerrilla; eso era cosa común por esos tiempos y si se encontraba una sola cara conocida era muy probable que no solo lo ayudara sino que se iría con ellos.
La noche paso rápidamente con los preparativos para el combate y se buscaron las mejores posiciones para la carnicería; la emboscada no pretendía hacer rehenes ni tomar prisioneros, ya estaba arreglado que el operativo cumpliera con la orden de cobrar venganza de el ultimo asalto de los subversivos; el que había acabado con la vida de trece policías en el puesto de San José y que aparte había dejado un saldo de heridos y perdida de armamento muy importante, pero la tropa no sabia de esto y solo suponían que habría un enfrentamiento al despuntar el alba.
Migue buscaba alguna razón por la cual el no podría morir y la mejor que se le venia en mente era pensar que si un cinco de diciembre el había nacido; quedaba rotundamente prohibido que ese día nadie pudiera morir. Pero al comenzar a clarear el día de su décimo noveno aniversario el teniente come mierda; así le llamaba la soldadesca, dio la orden hablando muy bajo: No quiero sobrevivientes, apunten a matar. Migue apenas sintió que se le escapaba un hilo de orina por sus pantalones y comenzó a pensar que era mejor que lo mataran a el y santo remedio y decidió que no se iba a dejar matar.
Esta historia continua en: "Años sin sol"
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