Este sitio es puro cuento
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"Nada es absoluto, Todo es relativo”
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FLOTANDO
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Por: Nicolai Andretti Estaba flotando; suspendido en el aire sin ningún contacto con este hermoso planeta, estaba suspendido por mis propios medios; la verdad por puro milagro porque aparte de eso ni medios ni finales ni nada me ataba al suelo. Sin ayuda de aparato alguno, sin tocar ni colgar de nada. Solo flotando y venciendo la fuerza gravitacional y de paso todas las leyes de la termodinámica. Esto es un milagro; un milagro que me convertía en un ser excepcional y único. El único ser capaz de sostenerse libre en el aire, era algo grandioso y terrible a la vez. Hasta el momento tan solo habrían transcurrido, quizá, unos pocos segundos desde el instante en que sorprendido, mejor maravillado levante el índice derecho unos pocos milímetros de la superficie de la banca. Solo unos milímetros y solo unos segundos. Y mi vida había cambiado totalmente y con ella la vida de millones y millones de personas alrededor del mundo; incluso ese mismo cambio se vería en otros tantos millones de seres que aun ni habían nacido en ese momento, un gran cambio, un cambio radical. John la lagartija era de momento el único testigo, en el transcurso de los meses desde el accidentado día en que sin pensar lleve mi mano izquierda a la nariz para aliviar la picazón, esa misma que a todos nos da, cuando tenemos las dos manos ocupadas o untadas de algo pegajoso; fue un acto reflejo. Dado que producto del intenso entrenamiento que por entonces realizaba con el fin de mejorar mí control corporal y mental en una extraña forma de yoga, ejercicio y relajación. Lo que realmente pasaba era que en ese tiempo el estrés había hecho mella en mi organismo y la casi completa holgazaneara no me permitía el lujo de hacer otra cosa más que pasar los días enteros y eternos allí sentado en aquella banca del único parque más o menos decente con que contaba aquella ciudad tropical, exuberante en otros aspectos y que, quizá, solo sirviera de marco para relatar tal increíble historia, sino que se había convertido en la caleta mágica, como me ha gustado llamarla. Esa deliciosa ciudad que el último año sirviera de albergue lejano del mar de mierda en que se me había convertido la vida en la capital, de mierda por las calamidades y las bajezas, mierda por la aventura del desplome y desolación en que había caído.
Había sido solo un instante tan solo que recuerdo como el momento más importante de mi vida y suelo recordarlo cantando aquellos versos extraños encontrados en un sucio cuaderno arrastrado por la brisa en la cima del santo cachón:
Era una tarde de lluvia,
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